Bergman
Sinopsis del producto
Hay una obra inmensa, compleja, abismal, polifacética: se trata de la filmografía de Ingmar Bergman. De todos estos atributos me quedo con el último: obra polifacética. La diversidad de caras suele pensarse como orientaciones distintas y hasta asimilarse a una cierta dispersión del sentido. Recusa estas atribuciones la imagen del poliedro, que le es directa y certeramente asociada. Hay entonces, una entidad que justifica y explica las múltiples caras, a la vez que las requiere para su existencia. Es el cuerpo tridimensional, es su ordenamiento esencial, son sus leyes de organización las que habilitan las superficies que lo constituyen y lo encubren. Hay una tarea difícil, exigente, necesariamente conjetural: se trata de entender y exponer ese poliedro latente, sus leyes y principios, su belleza y hasta la imposibilidad de conocer todos sus infinitos puntos. El resultado de esa tarea es el texto de Marta Zátonyi. El título del libro –Bergman, el guardián de la nada– y el epígrafe elegido –Lo más importante, lo más importante, no lo entiendo. Todavía no lo sé– frase de Lukács planteada en la inminencia de la muerte, nos señalan la exigencia de atender a aquello que no puede resolverse pero tampoco olvidarse. Otro hombre del norte europeo, Sören Kierkegaard, había puesto sobre la mesa de manera inquietante la problemática filosófica de la nada. Recogiendo, transformando y también refutando ese enfoque Bergman construye su cine. El sabor de la angustia estará siempre en el fondo de sus películas. Pero, según nos enseña bien Zátonyi, Bergman le dará pelea, la rodeará, la matizará con los gritos furibundos del dolor y el placer, con los silencios del rechazo y la revuelta. No hay complacencia con la nada, no hay transacción, no hay apocamiento, porque la nada no es poco, no es negociable ni es gozable. Todo eso que está en el fondo lo deja traslucir el texto de Marta Zátonyi. El cine de Bergman en cierto sentido es inescrutable, fluye en aguas densas, y el trabajo de este libro consiste en remover esas aguas con complejos y sabios movimientos para que ese fondo se pueda vislumbrar. Nos deja la tarea de saber mirar porque nos posibilita una mirada renovada capaz de alumbrar sin menoscabar, capaz de indicar sin imponer. No puedo evitar hacer un señalamiento puntual: las dos obras detalladamente estudiadas, fueron seleccionadas con precisión aleccionadora y, para ir a lo más importante, que su análisis es vibrante y ejemplar. El sentido de este prólogo no es anticipar el libro, quiero decir que no se trata de una recorrida ligera sobre sus aposentos como hace un guía de turismo. No lo es porque resultaría muy difícil pero sobre todo porque se perdería el encanto de su descubrimiento. Tampoco es una llave para abrir las puertas, porque la obra no está sellada, no requiere de cerrojos o claves, requiere de una comprensión cuidadosa y dispuesta a lo complejo y lo inesperado. Este prólogo es el intento de quien ha recorrido las líneas y vuelve lleno de emoción para decir que vale la pena esa esforzada inmersión. Las palabras de Marta Zátonyi preparan para una experiencia crucial: volver a ver el cine de Bergman desde las dimensiones que develan esas palabras.
9789874160072
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